Skip to content

Un nuevo escenario

Integrante del Consejo de Administración de la Fundación Ceibal.

 

Llegando a más de siete meses de pandemia, donde Uruguay ha pasado de la presencialidad a la virtualidad de manera abrupta, ha retornado progresivamente a los salones de clase, en este momento se está evaluando muchas de las consecuencias de esta contingencia.

Nuestro país se convirtió en el primer país de la región en retornar a clases presencialmente, comenzando el 22 de abril en escuelas rurales y en los meses siguientes gradualmente en todo el sistema educativo. A su vez, Uruguay pudo tener continuidad educativa virtualmente, ya que contaba con acumulación de inversión en la agencia de innovación educativa, Plan Ceibal, y amplificó su alcance durante la pandemia, profundizando la conectividad.

Algunas reflexiones que podríamos plasmar. En primer lugar, el acceso a la tecnología no es garantía de acceso a calidad educativa ya que no necesariamente fue acompañado por la adquisición de habilidades tecnológicas. No estamos adecuados a transitar por entornos digitales educativos. El desarrollo de habilidades y competencias digitales, no estaba en el centro del modelo pedagógico de nuestro país.

Uruguay ha podido dar respuesta a una situación atípica como esta emergencia sanitaria, no obstante con un sistema educativo que no es funcional a la incorporación de competencias digitales a la currícula. A su vez, la pandemia permitió visualizar más claramente las brechas preexistentes y que de no evaluarlas y atenderlas, se ampliarán a la salida de esta situación.
En cuanto a las competencias digitales de la formación docente, en su currícula de orígen no estaba esta dimensión incorporada y gran parte se tuvo que aprender en la práctica.

En segundo lugar, la educación post-pandemia la imaginamos como un equilibrio de lo mediado por la tecnología y lo presencial. La escuela debe ser pensada como un nuevo escenario, donde día a día debemos explorar dónde encontraremos la frontera con los ámbitos para la tecnología. Este contexto nos ha demostrado que el aspecto vincular de la escuela se torna relevante. Pero teniendo en cuenta varios aspectos que en algún momento no fueron abarcados en el ámbito escolar, las habilidades blandas tales como el desarrollo de pensamientos creativos, la ética, habilidades para la producción, recreación, socialización, entre otros. Estos aspectos debieran ser desarrollados en espacios escolares a ser reinventados.

En resumen, Uruguay se ha configurado como un país que ha sido precoz en la inversión en innovación y tecnología, y que gracias al manejo de la pandemia, se ha procesado una reapertura escolar que priorizó las vulnerabilidades sociales y
educativas. Lo ha hecho de manera gradual en sus niveles, segmentada en su territorio y con voluntariedad en su asistencia. A su vez, hay que destacar que hemos tenido un gran compromiso de la mayoría de la comunidad educativa, el rol docente sigue siendo insustituible.

Nos deja muchos desafíos en un mar de incertidumbres globales y que espacios regionales como el que estamos llevando adelante, nos animan a seguir avanzando.