La Fundación Ceibal comparte el testimonio sobre la importancia de la conectividad informática entre personas e instituciones de Antonio Battro, reconocido experto internacional, miembro de la Academia Nacional de Educación de Argentina y de la Pontificia Academia de las Ciencias, director de la Escuela Mind, Brain and Education y pionero en las nuevas tecnologías informáticas en el desarrollo de las capacidades neurocognitivas.
Battro, doctor en medicina de la Universidad de Buenos Aires y doctor de la Universidad de París en psicología, es miembro del Comité de Agenda del Fondo Sectorial la educación Educación, modalidad Inclusión Digital, organizado conjuntamente por la Fundación Ceibal y la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) desde su creación en 2015 hasta 2021. Además, fue miembro del Centro Internacional de Epistemología Genética de la Universidad de Ginebra y director asociado de la Escuela Práctica de Altos Estudios (Francia); y fue profesor visitante de la Universidad de Harvard (Graduate School of Education) y Chief Education Officer de OLPC, One Laptop Per Child.
CONECTIVIDAD, EDUCACIÓN Y DISCAPACIDAD
Hoy más que nunca, la conectividad informática entre personas e instituciones para mejorar la educación, la salud y el trabajo, en las comunidades locales y entre los diferentes países y culturas, se ha convertido en un “derecho humano” de extrema necesidad, debido a la pandemia y al profundo cambio climático. A continuación resumiré lo que hicimos en el tema en estas últimas décadas gracias a la colaboración solidaria de tantos amigos y colegas. La ciencia es amistad.
En octubre del 2017 realizamos en la Pontificia Academia de Ciencias en colaboración de la Foundation for World Wide Cooperation presidida por Romano Prodi, una sesión dedicada a promover la Conectividad como Derecho Humano (1), necesidad que se acentúa en esta dolorosa expansión del Covid-19. La Declaración final se puede consultar en http://www.pas.va/content/accademia/en/events/2017/connectivity/statement.html
Mi primer contacto con la informática se lo debo a Seymour Papert. Ambos éramos colegas en el Centro Internacional de Epistemología Genética de Ginebra en los 60 donde trabajamos bajo la guía de Jean Piaget. Papert fue invitado luego al Massachusetts Institute of Technology MIT a dirigir con Marvin Minsky el nuevo Centro de Inteligencia Artificial del MIT. Gracias a Papert y a la invalorable ayuda en la Argentina del ingeniero Horacio C. Reggini pudimos poner las computadoras también en manos de personas discapacitadas usando el software de Logo, creado por Papert y su equipo del MIT, que tuvo una amplia difusión mundial en la educación. En la Argentina fundamos en 1982 la Asociación Amigos de Logo que tuvo un papel relevante en la educación (2).
El primer intento de “informática pediátrica” lo realicé en el Servicio de Salud Mental Pediátrica del Hospital Italiano, que dirigía el Dr. Carlos Robles Gorriti, en los comienzos del 80. Allí asistieron profesionales de varias instituciones nacionales y extranjeras. De Buenos Aires vinieron directivos del Instituto Oral Modelo, una prestigiosa institución para discapacitados auditivos, cuyos niños eran oralizados desde muy pequeños. La comunicación a distancia entre las computadoras a través de líneas telefónicas fue un cambio fenomenal en su educación y la llegada de Internet a fines del 80 revolucionó todo el sistema de comunicación a distancia en la hipoacusia, que hasta entonces estaba restringida a equipos especiales y engorrosos. Un joven egresado en informática, miembro de la familia fundadora del IOM, Percival J. Denham, tomó el desafío en sus manos y desde entonces trabajamos juntos (3).
También asistieron educadores del Brasil, que yo conocía bien por haber enseñado allí en varias ciudades durante la década del 70. Especialmente quiero mencionar a mi amiga, la profesora Lea Fagundes de la Universidad de Porto Alegre, que fue una de las primeras educadoras en implementar programas informáticos en escuelas de la región. En 1988 Lea organizó el tercer congreso Logo en Novo Hamburgo con la asistencia de Papert, quien se comunicó entre computadoras, vía línea telefónica (aún no existía la World Wide Web, www) con alumnos discapacitados auditivos del IOM en Buenos Aires (4). Un evento pionero, sin ninguna duda. De hecho, ya en los inicios del 80 el ingeniero brasileño, José Valente, había presentado su tesis de doctorado en informática en el MIT sobre un caso exitoso de aplicación de la informática en un joven con una discapacidad motora severa, tal vez el primero en su género en el mundo, y lideró luego, por muchos años, un grupo de investigación en el tema de multimedios, comunicación y educación como profesor titular en la Universidad de Campinas (5).
Pocos años antes, con el Profesor Jérôme Lejeune, de la Escuela de Medicina de la Universidad de París, uno de los descubridores de la trisomía 21 en los niños con Síndrome de Down, tuvimos la suerte de conocernos y participar en el MIT en un convenio internacional del World Council of Churches (1979) sobre “Ciencia, Fe y Futuro” donde pudimos asistir, por pura casualidad, a este exitoso inicio de la “informática para discapacitados” inaugurado por Valente y su equipo. Lejeune me invitó entonces a visitar su centro de atención a niños discapacitados en el Hospital Necker de París, se convirtió en un amigo entrañable y me dio todo su apoyo. Era un hombre excepcional y su obra trascendió muchas fronteras. El Papa Juan Pablo II, como reconocimiento de sus méritos científicos y éticos, lo propuso como presidente de la Pontificia Academia de la Vida, cargo que, muy lamentablemente, no pudo asumir pues falleció en 1994. Entonces se abrió su proceso de beatificación, donde tuve el privilegio de trabajar como experto. Una experiencia espiritual, y científica, muy excepcional (6).
El 21 de enero de 2021 el Papa Francisco lo declaró Venerable.
También, coincidiendo con la invitación de Lejeune, recibí una propuesta de Nicholas Negroponte, director del Media Lab del MIT, entonces en construcción, para ir a París y colaborar en la puesta en marcha del Centro Mundial de Informática, fundada por Jean-Jacques Servan-Schreiber (1981), una iniciativa del gobierno de Mitterand. Por esta coincidencia feliz de ambas invitaciones, puede ensayar en París las primeras técnicas informáticas con algunos pacientes de Lejeune y de otros colegas. Negroponte recibió entonces varias invitaciones de países Latinoamericanos para instalar centros de educación informática en las escuelas. Es así que visitamos juntos Colombia, Costa Rica y México para alentar a los gobiernos respectivos a invertir en estas nuevas prácticas en educación. Esta estrecha colaboración y amistad con Negroponte, uno de los líderes de la revolución informática en el mundo de la educación, se fue expandiendo a otros programas y aún continúa. En 2006 Nicholas me invitó a colaborar en su programa revolucionario para la época OLPC, One Laptop per Child como Chief Education Officer, trabajo apasionante que nos llevó a decenas de países en varios continentes, muchos compartidos con mi amigo Rodrigo Arboleda, que continuó la obra de Nicholas (7), www.rodrigoarboleda.com
El país que pasó a la vanguardia de OLPC fue el Uruguay donde se puso en marcha un programa nacional: el Plan Ceibal (Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea, www.ceibal.edu.uy) que cubrió a todos los docentes y alumnos de las escuelas públicas, primarias, secundarias y técnicas entregando laptops conectadas a internet. Además, se creó la Fundación Ceibal (www.fundacionceibal.edu.uy) que es un “organismo autónomo de reconocimiento nacional e internacional que explora, genera y promueve el desarrollo de investigación que permita apoyar la toma de decisiones de los diferentes actores en el sistema educativo, así como entender el uso de las tecnologías digitales en la formación y promoción de mejores oportunidades”. Uruguay ahora también ha entregado tablets a personas jubiladas en el Plan Ibirapitá con la misión de “promover la inclusión digital al servicio de las personas mayores con el fin de mejorar la inclusión social, la participación y la equidad”. Como decía al cumplir sus cien años, mi querida amiga, Premio Nobel, Rita Levi-Montalcini, “el cerebro no se jubila”…
A mi regreso de París en 1983 pude fundar en Buenos Aires un Centro de Computación Clínica, CCC, donde, con la cooperación de varios jóvenes informáticos y educadores, exploramos numerosas aplicaciones de la informática en el campo de la discapacidad. Uno de los casos más sugestivos fue la de un arquitecto que por una discapacidad motora severa había perdido la posibilidad de trabajar pues no podía mover sus manos para diseñar sus proyectos. Con ayuda de una tecnología avanzada para la época le permitimos que dibujara con el soporte de la computadora, dando instrucciones con su voz en lugar de hacerlo con el teclado. Los resultados fueron sorprendentes pues pudo retornar a su trabajo normalmente. Como me dijo un día : yo dibujo con mi voz…(8). Hoy es un hábito corriente, también en otros campos.
Algo semejante sucedió en la vida de Stephen Hawking, el genio de la física, gravemente discapacitado motor, recientemente fallecido, quien, además de no poder mover sus manos quedó sin habla y daba sus instrucciones con un simple clic que registraba un sensor de sus lentes a partir de un sutil movimiento voluntario de sus mejillas, con lo que lograba escribir un texto en la computadora que el mismo sistema transformaba en lenguaje hablado. Sus conferencias habladas e ilustradas, por obra de un software apropiado, eran espectaculares. Tuve la enorme suerte de asistir a varias de ellas en la Pontificia Academia de Ciencias, PAS, en el Vaticano, (www.pas.va) de la cual éramos miembros. A su vez, con el paso del tiempo se multiplicaron en la Academia Pontificia las sesiones especializadas en inteligencia artificial y comunicaciones con el agregado de las ciencias neurocognitivas que comenzaron a florecer en los 90 (9). Para promover la interacción Norte-Sur se creó, con el apoyo de la Fundación McDonnell en el 2011, la Latin-American School for Education, Cognitive and Neural Science, LASchool.
Un caso que marcó mi vida científica fue la oportunidad de trabajar con Nico, un niño hemisferectomizado a los 3 años de edad para tratar una grave epilepsia, que desapareció con la ablación del hemisferio derecho. Sus padres se pusieron en contacto conmigo cuando Nico tenía 5 años y era tiempo para organizar su escolaridad. Nadie tenía experiencia en la educación de un niño con “medio cerebro”, pero lo intentamos con éxito en una escuela tradicional de San Isidro, abierta a la innovación, que dio a Nico una laptop para que se iniciara en las habilidades informáticas, y hoy como joven, utiliza la computadora a diario en sus estudios, hogar y trabajo. Además se ha convertido en un excelente artista, hábil pintor y en campeón de esgrima especial. Sobre él escribí un libro publicado en 2000 Half a Brain is enough, que fue traducido a varias lenguas (10). Tuve además la suerte de invitarlo a Harvard en ocasión de mi estada allí como profesor visitante de la Graduate School of Education (2002-2003), donde pudimos estudiar el funcionamiento de su medio cerebro con la tecnología más avanzada. Su ejemplo, fue uno de los temas del curso The educated brain, que dictábamos con mi amigo y eminente psicólogo, Kurt Fischer, que sirvió de base a una brillante tesis de doctorado de Mary Helen Immordino-Yang sobre las emociones y la prosodia después de hemisferectomías derecha e izquierda (11). También mi querido colega en la Pontificia Academia de Ciencias, Stanislas Dehaene, profesor en el Collège de France, y director del Neurospin de Saclay, centro de avanzada en ciencias neurocognitivas e imágenes cerebrales, invitó a Nico a realizar una serie muy completa de estudios (12). En la Argentina, por iniciativa de María Marta Bertone, se ha creado en 2018 la Fundación Fundhemi que tiene como objetivo dar apoyo a personas hemisferectomizadas y a sus familias (www.fundhemi.org).
En Harvard con Kurt Fischer y varios colegas creamos una nueva institución internacional dedicada a las neurociencias cognitivas y a la educación, IMBES, International Mind, Brain and Education Society. El tema de mente, cerebro y educación ya había sido introducido por Kurt Fischer y Howard Gardner en el curso que inauguraron juntos. En 2007 comenzamos la publicación de una revista Mind, Brain and Education, que es su órgano oficial donde se exponen numerosos trabajos de todo el mundo sobre este tema interdisciplinario, y ya va por el volumen 14 (13). En noviembre de 2003 nos reunimos en la Pontificia Academia de Ciencias en el Vaticano para celebrar los 400 años de la Accademia dei Lincei, precursor de la Academia actual, donde pudimos exponer las bases de IMBES. Esta reunión llevó a la publicación de un libro, The educated brain, donde colaboraron prestigiosos especialistas, entre ellos Stanislas Dehaene y mi gran amigo Pierre Léna, eminente astrofísico francés y co-fundador con Yves Quéré y Georges Charpak, premio Nobel, del programa LAMAP, La main à la pâte, una iniciativa mundial para incentivar la enseñanza de las ciencias en las escuelas (14).
Lamentablemente, el año pasado hemos sufrido la pérdida de Kurt Fischer, nuestro querido amigo y primer presidente de IMBES y editor de la revista. A él le debemos la convergencia fructuosa de muchas disciplinas. En especial, su infatigable apoyo en la creación y el funcionamiento de la International School on Mind, Brain and Education, (15) que se reúne anualmente desde 2005 en la Ettore Majorana Foundation and Centre for Scientific Culture, Erice, Sicilia (16). Ambos fuimos invitados como directores de esta escuela por su fundador Antonino Zichicchi, reconocido físico italiano, y colega en la Academia Pontificia de Ciencias. Ahora me acompañan como codirector Sebastián Lipina, también codirector del Área de Neurociencia del Desarrollo de la Unidad de Neurobiología Aplicada (UNA) (CEMIC-CONICET) de Buenos Aires, y como program officer – desde 2005- Lourdes Majdalani, educadora (Master Degree en Harvard) y psicóloga, mis muy queridos colegas. Esperamos volver pronto a Erice, un lugar de encuentros inolvidables.
Espero que este breve resumen de nuestras actividades dedicadas a la educación y a la rehabilitación de personas discapacitadas en estas últimas décadas, en las que he participado gracias a la colaboración y a la amistad de colegas de muchos países, pueda servir de estímulo para expandir una solidaridad sin fronteras, en especial para afrontar el desafío mundial de la pandemia del Covid 19.
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