Wayne Holmes, profesor de Knowledge Lab de la University College London, y experto en inteligencia artificial y educación participó como especialista invitado al Espacio digital Fundación Ceibal. En su opinión, en vez de centrarnos en tecnologías que intentan replicar lo que puede hacer un docente, es necesario desarrollar herramientas que lo ayuden a usarlas de formas innovadoras para concretar lo que, como profesionales, creen que se debe hacer en las aulas.
“Hay que ayudar a docentes y estudiantes a entender las limitaciones de la inteligencia artificial y adoptar una actitud crítica respecto a la información que generan; a trabajar juntos para explorar cómo se pueden utilizar esas herramientas, comprender mejor lo que producen y pensar en su impacto en el ecosistema de la clase, en la seguridad de los datos y en la ética de la educación”, sostuvo Holmes.
La inteligencia artificial puede enfocarse en los alumnos, en los docentes o en la institución educativa. Holmes advirtió sobre la posibilidad de que menoscabe la iniciativa del estudiante, ya que es prescriptiva (dice “haga esto”, “ahora haga aquello”), lo que afecta la calidad del aprendizaje. Y aseguró además que ninguna tecnología puede reemplazar al docente. En este sentido, dijo que sirve más en un segundo plano: es decir, con foco en las instituciones. La pregunta es, sin embargo, cómo utilizar la IA generativa para mejorar la enseñanza y el aprendizaje, y apoyar a los alumnos. Para el experto, es necesario garantizar que todos, tanto alumnos como docentes, entiendan cómo funcionan estas herramientas.
En su opinión, el objetivo de estas tecnologías es llevar a todos los estudiantes al mismo destino de aprendizaje, es decir: los resultados no son personalizados. “Un aula y una escuela, liceo o universidad son un ecosistema, y el educador está en el centro, y su tarea es ayudar a los estudiantes a ser lo mejor que puedan llegar a ser”, advirtió. Es imprescindible enfatizar en la relación social y humana entre alumno y docente, “comprender por lo que están pasando, sus antecedentes, si desayunaron o no esta mañana, lo que hicieron ayer. El conocimiento del plan de estudios que se está enseñando, también”.
Además, Holmes se mostró reticente ante la confianza que existe entre los desarrolladores de IA de que esta pueda disminuir la brecha digital, aunque reconoció la ventaja de que varias de estas herramientas sean de uso gratuito en la actualidad. No obstante, resaltó la existencia de algunas tecnologías mediadas por inteligencia artificial que se están utilizando para apoyar a personas con dificultades físicas y mentales, y que llenan así un vacío genuino. Por ejemplo, las herramientas que traducen automáticamente discurso a texto, muy útiles para estudiantes con dificultades auditivas.
Otro de los puntos sobre los reflexionó Holmes es los riesgos de utilizar estas tecnologías. Para el experto es necesario discutir la ética de la educación: “aún no tenemos en claro qué sucede cuando se juntan estas tres áreas: los datos, los algoritmos y la educación; hay una gran falta de control”. Por ello, sostuvo que hay tomar medidas para garantizar que los datos y la forma en que se procesan se realicen con las normas más altas de seguridad, manteniendo “los derechos humanos de los alumnos implicados”. En este sentido, solicitó a los referentes nacionales y formadores de políticas públicas que cumplan un papel muy proactivo en lo referente a la relación entre IA y educación, y que inviertan en investigación para ver el impacto en el contexto propio y en el uso de esas herramientas por parte de alumnos individuales.