13 Jun 2018
En la actualidad siete mil millones de personas habitan el planeta Tierra afrontando en su vida cotidiana, con menor o mayor conciencia, los pros y los contras de la Era de la Información. Lo que caracteriza la revolución tecnológica actual no es el carácter central del conocimiento y la información, sino la aplicación de ese conocimiento e información a aparatos de generación de conocimiento y procesamiento de la información/comunicación, en un círculo de retroalimentación acumulativo entre la innovación y sus usos (Castells, 2006, 58).
El siglo XXI reconfigura permanentemente el mundo a través de este nuevo paradigma tecnológico, cuya mayor resonancia se encuentra en el aumento del capital intangible y con ello sus respectivos capitales simbólicos, culturales y sociales. El avance de las fuentes de productividad se vincula con la tecnología, la innovación y la organización. La conflictividad intra e inter- continental también se encuentra latente como consecuencia de procesos políticos, socio-económicos y culturales tales como la transnacionalización y la transculturación. Vivimos en un mundo donde la riqueza, el conocimiento y los centros de poder se modifican y segmentan a escala global. Sin embargo, este último hecho no implica necesariamente un cambio. Entiendo se trata de una variación en el ritmo donde la incidencia se acelera y se nutre de elementos que le otorgan mayor impregnación.
En la Era de la Información los fenómenos sociales, culturales, políticos, económicos de mayor impacto global son simultáneamente de carácter físico y virtual. En esta reflexión, lo físico refiere a lo tangible e individual mientras que lo virtual comprende todos los procesos vinculados a la generación y divulgación de información y tecnología. Lo virtual requiere mecanismos de innovación y desarrollo en forma rápida y eficaz para amalgamarse a la sociedad. El cambio en lo virtual es en sí una contradicción ya que una tecnología puede remplazar a una anterior pero ambas existirán con un menor o mayor grado de vigencia. Es el individuo quien determinará su uso y alcance en determinada circunstancia. Ambos entonces – por formar parte de un todo – coexisten, dialogan y se reconvierten mutuamente. Habitamos el universo de lo intangible que es real pero no es físico, sino virtual. El avance arrollador de lo virtual desencadena una proliferación de extensiones del sujeto cada vez más fragmentadas e individualizadas.
Un ejemplo de ello es el teléfono inteligente. A través de este dispositivo se puede controlar el dinero en una cuenta de banco. Ello es posible porque el dinero virtual le ha otorgado intangibilidad al dinero físico. Este último ya no requiere de soportes materiales. Esta propuesta parte de un interés de comprender la vida cotidiana en las sociedades con acceso a Internet, como un entretejido de prácticas socio-culturales que generan los individuos y las tecnologías. Los individuos representan unidades indivisibles que portan en sí mismos una identidad. Identidad entendida como fusión físico-virtual del contacto con los otros, de su historia y del nivel de acceso. Los individuos se adscriben a una organización global donde los fenómenos de transnacionalismo y transculturación coexisten. La estructura en que se tejen las prácticas individuales como forma concreta de cristalización de sentido es lo que denominamos sociedad. Este hecho no representa un reduccionismo. La metáfora del entretejido deja en evidencia lo que cada sociedad y cada individuo aportan en forma caótica y paradojal a la red. Sabemos que la malla existe y nos contiene, no obstante, el control sobre cómo se ha tejido es cada vez más difuso.
Una de las formas en que se manifiesta la interconexión es la hiper-textualidad. Esta última posibilita un nuevo sistema estructural en donde se fragmenta y ramifica el discurso. El individuo se ha reconfigurado en hacedor. Los discursos interconectados son creados directamente en y para el medio virtual. El uso del verbo reconfigurar en este trabajo es utilizado con la clara intención de diferenciación. En el mundo de lo virtual reconfigurar es modificar la matriz y su forma de reproductibilidad. Refiere – entonces – al cambio estructural de carácter físico-virtual que atraviesan, en este caso, los individuos.
Dentro del ámbito de la información, el individuo es el protagonista en la creación y el significado conferido a sus contenidos virtuales. Usuario es el término actual que alude al individuo en tanto generador de contenidos digitales dentro de Internet. El usuario (tanto en función del autor como del lector) tiene que estar consciente de la diversidad semiótica de los discursos electrónicos. La justa escala será una combinación proporcionada entre los diferentes tipos semióticos donde ningún signo debe prevalecer ni subordinarse a otro. Este presupuesto se debe exactamente al carácter no jerárquico de la estructura hipertextual (Sorókina, 2005, 5).
La posibilidad de intervención simbólica en la Web 2.0 refiere al espacio común donde convergen los usuarios bajo el status de miembros de una comunidad virtual. Para los fundadores y CEO de O’Reilly Media Inc. su alcance a nivel socio-económico y cultural la convierte en una plataforma poderosa sustentada en la interacción interpersonal. “The Web is no longer an industry unto itself—the Web is now the world” (O’Reilly, Tim, and Battelle, 2009, 10). La cuestión política de trasfondo es subvertir el poder del status quo para lo cual las comunidades virtuales hacen uso de la tecnología en función a una inclinación cultural, política y personal. No obstante, hablar de usuario o de comunidad en tal sentido limita la problematización al terreno de la creación digital. Entiendo se debe ir un paso más allá. Internet ha convertido a las identidades individuales en identidades virtuales. Estas últimas utilizan el medio digital como una nueva extensión. En este sentido la interacción y la participación se manifiestan como una plataforma tecnológica que permite ampliar extraordinariamente el intercambio artístico y cultural y la expresión de la sociedad civil.
Lo virtual, en este trabajo, es el motor en la generación de nuevas interpretaciones de conceptos como ciudadano y ciudadanía. Propongo conceptualizar el término “ciudadanos virtuales” como el conjunto de identidades virtuales con representación política en Internet. Estos utilizan como principal medio de expresión los medios digitales y de forma autónoma se adscriben a la lógica de red que habilita lo virtual. Esta ciudadanía no representa un quiebre absoluto ya que continúan siendo una institucionalización de lo físico-virtual. Y si bien su soporte es cultural e identitario, no necesariamente corresponde con las condiciones socio-políticas y económicas de su contexto geográfico más cercano. Internet es una especie de “ciudad cosmopolita” con correlación física en los fenómenos de transnacionalismo.
(…) el nacionalismo político tiende a debilitarse con la constante transgresión de las fronteras nacionales mediante la migración a gran escala y el surgimiento de un nuevo tipo de nacionalismo (llamado cultural, lite o neo-nacionalismo). Las comunidades diasporitas frecuentemente desarrollan representaciones de la identidad diferentes del canon nacionalista dominante, al subrayar sus lazos familiares, afectivos y culturales con el país de origen, más que sus límites lingüísticos y territoriales. El nacionalismo cultural puede resultar una ideología más útil que el separatismo político cuando gran parte de la población de un país se ha hecho transnacional (Duany, 2002, 67).
A partir de aquí podríamos subdividir el entretejido social de la red en micro y macro sociedad. La micro sociedad es el entramado que despliega un grupo de personas en un contexto territorial determinado. La macro sociedad es el entretejido de todas ellas, es la red toda. Los individuos virtuales oscilan entre ambas sociedades pero en todos los casos, forman parte de ambas simultáneamente. Ahora bien, los individuos siempre – tanto en su carácter físico y virtual- participan de la vida cultural de una comunidad tanto física como virtual. Los ciudadanos físicos pueden vivir en un lugar pero ser originarios de otros y -a su vez -relacionarse con otras culturas y el ciudadano virtual también. Si bien la forma de relacionamiento es diferente, la correlación para ambos podría estar dada en el ejercicio de su derecho de participación a la vida cultural. Por otro lado, el artículo 4 la Declaración de Friburgo establece en Referencia a comunidades culturales que:a. Toda persona tiene la libertad de elegir de identificarse, o no, con una o varias comunidades culturales, sin consideración de fronteras, y de modificar esta elección; b. Nadie puede ser obligado a identificarse o ser asimilado a una comunidad cultural contra su voluntad. (Declaración de Friburgo, 2007, 6).
Los derechos culturales son entonces reconocidos para las personas en su carácter físico pero ¿qué sucede con su identidad virtual? Los derechos de internet son derechos humanos. La Asociación para el progreso de las Comunicaciones ante el Consejo de Derechos Humanos en 2011 presentó una declaración de derechos de Internet. Por su parte, la UNESCO tiene publicaciones en esta materia con énfasis en la libertad de expresión. Sin embargo múltiples ejemplos de un mal uso de Internet han conducido a la violación de derechos humanos.
La no conciencia de las repercusiones de la virtualidad en la vida privada de las personas físicas e instituciones se cristaliza en la ausencia de regulaciones claras a nivel de muchos Estados. A partir de ahora trato de desarrollar este concepto acotando su análisis a los derechos culturales. Mi hipótesis de trabajo es que los individuos físicos no ven reflejada la totalidad de sus derechos culturales en su calidad de “ciudadano virtual”. Al día de hoy muchos no tuvieron ni siquiera la posibilidad de ingresar a la categoría debido a la brecha digital. La Era de la Información ha aumentado la desigualdad y la ha trasladado a un nuevo estadio de diferenciación. En medio de este escenario ¿cómo regular los derechos culturales en las sociedades de acceso?
Bibliografía
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Castells, Manuel. “La dimensión cultural de Internet”. UOC: Universitat Oberta de Catalunya, 2002. Disponible en: http://www.uoc.edu/culturaxxi/esp/articles/castells0502/castells0502.html Fecha de acceso: 11 de julio de 2014.
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Duany, Jorge. “Nación, migración, identidad. Sobre el transnacionalismo a propósito de Puerto Rico”. Nueva Sociedad 178. Disponible en: Fecha de acceso: 17 de abril de 2015.
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O’Reilly, Tim, and John Battelle. “Web Squared: Web 2.0 Five Years On”. 2009. Disponible en: http://assets.en.oreilly.com/1/event/28/web2009_websquared-whitepaper.pdf Fecha de acceso: 11 de julio 2014.
Sorókina, Tatiana. “De la concepción el hipertexto al concepto del discurso.” Espéculo. Revista de estudios literarios 31. Universidad Complutense de Madrid, 2005. Disponible en: www.ucm.es/info/especulo/numero31/hiperdis.html Fecha de acceso: 26 de febrero 2014.