En el marco del Día internacional de las Niñas en las TIC se llevó adelante el Espacio digital Fundación Ceibal sobre pensamiento computacional en la primera infancia y contó con la participación de Marina Umaschi Bers, doctora en Nuevas Tecnologías para el Aprendizaje del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y experta en educación y pensamiento computacional. La investigadora recomendó comenzar la enseñanza de programación a las niñas y niños en edad temprana, y en sintonía con el inicio de la adquisición de la lectoescritura. A su entender, se pueden apoyar ambas alfabetizaciones, una con la otra. Además, Umaschi Bers subrayó que, a partir de la evidencia recogida en sus investigaciones, se pudo comprobar otra gran ventaja: en edades tempranas aún no han sido fijados los modelos de identificación de género ni sus estereotipos, lo que permite achicar la enorme brecha de género en relación a la tecnología que existe en el mundo. “En general, las niñas y los niños conocen lo mismo, pero la autopercepción cambia todo. Entonces, es importantísimo empezar antes y recalcar modelos de mujeres que puedan servir como líderes”, enfatizó.
Para Umaschi Bers es necesario diferenciar al pensamiento computacional de la programación. En el primer caso, nos referimos a cómo se piensa en las disciplinas de las ciencias de la computación, a partir de problemas complejos que se vuelven problemas simples, usando la lógica para poder entenderlo todo. En cambio, programar significa aprender un lenguaje, requiere una sintáctica y una semántica, un sistema simbólico que permite expresar ideas, convertirlas en acción. Si leer y escribir, sostuvo la experta, implican una manera de pensar, el lenguaje de la programación habilita una forma de pensamiento diferente sobre problemas. Y este lenguaje sirve para cualquier disciplina. “Una vez que los niños aprenden a pensar computacionalmente, a resolver problemas, esto se puede aplicar en forma transversal”, subrayó.
La experta reconoció también como una ventaja el hecho de que los docentes del nivel inicial ya están familiarizados con el trabajo por proyectos y piensan de manera integradora. Otro aspecto muy importante es el juego: “Programar es jugar, cometer errores, no tener miedo a que las cosas no me salgan”. Y aunque los docentes del nivel no tengan formación en tecnología, rápidamente pueden obtenerla. “Estamos hablando de lenguajes de programación diseñados para niños pequeños; en un mínimo de 2 a 4 horas, estos docentes salen expertos programando”, aseguró.
Si bien la situación ideal es que cada niño tenga su tableta, en el caso de que los recursos en una escuela no sean suficientes, Umaschi Bers recomendó ir rotándolos. “En vez de distribuir una tableta en cada clase pongamos las 20 que hay en una misma clase, y trabajemos intensivamente allí por tres meses, y después pasemos a otra clase”, dijo. A su entender, el currículo es muy importante junto con la formación docente.
Creadora junto a Mitch Resnik del Scratch Junior —un software gratuito que enseña a programar en edades tempranas y está siendo utilizado por 50 millones de usuarios en el mundo—, Umaschi Bers consideró que “la programación es un parque de juegos” y no un corralito, mucho más limitado. “En el parque de juegos los niños corren, aprenden, inventan, colaboran, hablan entre ellos, resuelven conflictos, se caen, se equivocan, prueban de nuevo: todas las áreas del desarrollo humano se dan allí”, dijo. En su laboratorio, desarrolló también un kit robótico que se llama Kibo y permite programar a partir de bloques tangibles de madera con sensores y sin necesidad de ninguna computadora.
Para Umaschi Bers en países con altos niveles de desigualdad lo importante es preguntarse qué es lo que puede ese país y ver los costos. Recordó que en la época en que no había libros para todos, existían las bibliotecas rodantes que se instalaban un tiempo en un lugar donde los niños podían leer esos libros, y después se trasladaban. “Este es un modelo que se puede volver a establecer, y ya se usó en algunos países: un Maker Space rodante con tabletas o con lo que sea de tecnología que vaya a distintos lugares y se quede tres meses, y después vaya a otro lugar”. Consideró además fundamental profundizar en la región las políticas educativas y trabajar con los líderes del sistema, como los ministros de Educación, a partir de talleres y workshops, para que entiendan realmente, experimentando ellos mismos, de qué se trata el trabajo de la programación y la robótica.